Dentro de la narrativa cinematográfica, uno de los tipos de historias más complicados de producir y escribir son los multiplots. Películas como Amores perros, Realmente amor o Almas conectadas, en las que saltamos de una línea dramática a otra, con diferentes personajes y variaciones de un mismo tema. Un tipo de narración que es poco común en el cine mundial y que en nuestro país también resulta una rareza. Siguiendo la línea de 13 segundos y Pipí mil, Pupú dos lucas, llega un nuevo multiplot a nuestra cartelera: Espejos. La ópera prima de Cesar Manzano y que sobresale con creces entre sus homólogas nacionales, perfilándose como una de las mejores películas del año. A través de sus 6 historias, Espejos toca temas tan universales como la traición, las pasiones, la ambición, la justicia y los excesos, todo de manera visceral y brutalmente honesta. Por supuesto, como cualquier otro multiplot, hay momentos mejores desarrollados que otros, pero en esta ocasión el conjunto posee cohesión en su calidad narrativa y visual, haciendo que las historias flojas fluyan sin problema y que las fuertes sobresalgan, dando un saldo positivo al final de la proyección del largometraje.

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Entrelazadas entre sí, Espejos cuenta la vida de varios personajes que son arrojados al abismo de sus vidas personales a través de una serie de conflictos bastante fuertes. La primera historia que conocemos es la de Virginia (Clarissa Sanchez), una mujer casada -y un poco mojigata-, que se siente alejada de su marido. Gracias a esto, comienza una relación con su ginecólogo Carlos (Carlos Camacho), un tipo exitoso, pero adicto a las apuestas. En paralelo, conocemos al esposo de Virginia, Octavio (Luis Fernandez), un publicista bisexual que engaña a su esposa con un modelo. Por otro lado, tenemos 3 historias con un corte un poco diferente. La primera es la de Arianna (Claudia La Gatta), una ex-miss y actriz que lleva una vida de excesos de todo tipo -drogas, alcohol, sexo- y que gracias a esto pone en peligro su carrera. En la otra antípoda, tenemos a su hermana Esther (Isabella Santodomingo), una mujer honesta y entregada a la política que desea cambiar el país (una historia donde aparece de nuevo el fantasma de Renny Ottolina). Su contraparte es Fernando (César Manzano), un empresario corrupto y sin escrúpulos que cree en la supervivencia del más fuerte hasta que termina cosechando lo que ha sembrado. Las 6 historias se entrelazan, como cualquier otro multiplot, llevando a sus personajes a chocar entre ellos y así descubrir, como si del reflejo de un espejo se tratara, sus verdaderas intenciones.

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El único problema de raíz que posee Espejos es la división que existe entre las historias que cuenta. Más allá de tener relatos más interesantes -o mejor desarrollados- que otros, su debilidad tienen que ver con el tema. Básicamente, podríamos dividir el largometraje en las historias de tipo personal y las de tipo social. En el primer renglón incluimos las 2 mejores del conjunto: la de Virginia y Octavio. Quedando floja la del médico ludópata. En el otro renglón, la social, tenemos la de Arianna y la de Fernando como las más fuertes, mientras que la de Esther termina siendo la menos consistente. A pesar de esto, la película tiene momentos muy rudos, diálogos épicos, actuaciones memorables (incluyendo la de su Director-Guionista) y, sobre todas las cosas, algo que le hace falta a nuestro cine: universalidad. Espejos es una película que bien podría desarrollarse en cualquier lugar del mundo, pero que igual tiene nuestro sabor, expresiones y parte de nuestra idiosincracia como venezolanos. Por su rudeza sólo podríamos compararla con Piedra, papel o tijera de Hernán Jabes o Brecha en el silencio de los hermanos Rodríguez, películas muy bien hechas, pero terriblemente duras e incómodas que nos dejan movidos al salir de la sala. César Manzano entra por la puerta grande con su debut como Director y se transforma en un buen referente del cine que debemos seguir produciendo y viendo en la gran pantalla.

Lo mejor: todas las actuaciones, de los mejores cast que he visto en el cine venezolano contemporáneo. La fotografía, la música y la edición le suman mucho veneno a la historia. Sus escenas rudas y sin anestesia. La historia de Virginia, Octavio y Fernando se roban el show.

Lo malo: La historia de Esther, Carlos y Arianna quedaron flojas en comparación a las demás (y eso que tenían mucho potencial). Algunos diálogos son demasiado expositivos y chocan con los momentos más sutiles dentro de la historia. Su resolución y epílogo le restan fuerza.

Espejos poster