El thriller político es un género poco habitual en la cartelera. Puede llegar a ser muy denso y exigir del público ciertos conocimientos en materia política y económica para poder ser entendido del todo. Por si fuera poco, casi siempre se mueve por las complejas lindes del maniqueísmo: los malos son atrapados, los buenos ganan y, por supuesto, los gobiernos y la corrupción pueden arreglarse. Arbitrage es de las pocas películas que se salvan a la regla y nos da en la cara con la cruda realidad que todos intuimos pero preferimos obviar: al final, el poder y el dinero (sea encarnado por un gobierno o por una empresa) siempre terminan ganando la partida. Reflexión desoladora, nada agradable, pero espejo acertado en estos tiempos de crisis por doquier.
La historia narra la vida de Robert Miller (Richard Gere), una suerte de gurú de los negocios que, a simple vista, tiene una vida perfecta: excelente posición social y económica, una familia hermosa, hasta una amante francesa y artista. Lentamente, mientras la trama avanza, comenzamos a descubrir la cara oculta de Miller: está en bancarrota, su empresa ha maquillado números y hecho varias cosas ilegales para mantenerse a flote. Los negocios no marchan bien, aunque Miller proyecta una imagen envidiable. Por supuesto, el status quo se rompe tarde o temprano y esto ocurre cuando su amante muere en un accidente de tránsito con Miller al volante. Como el protagonista intenta cerrar una transacción multimillonaria que resolverá todos sus problemas, decide huir de la escena del crimen para evitar cualquier vínculo o escándalo que pueda afectar su imagen. A partir de este momento, comienza una verdadera montaña rusa de emociones donde cada paso que da Miller podría destruir por siempre su vida, su empresa y toda su familia.
Arbitrage son de esas películas al estilo Michael Clayton, Wall Street o Lord of War; films a los que nos acercamos por casualidad, que son difíciles de recomendar (pues cuando contamos la premisa que los mueven suenan como películas aburridas), pero que al darles una oportunidad nos enganchan de una manera genial. A pesar de ser su opera prima, Nicholas Jarecki (su director y guionista), maneja el suspenso con maestría y la actuación de Richard Gere eleva el film muchísimo. Tiene pocas secuencias de acción física y toda la tensión se maneja a través de diálogos, subtramas y la eterna espera por la resolución de conflictos que no dependen en absoluto del personaje principal, artificio que aumenta la tensión al máximo pues Miller pende de una cuerda floja.
Lo mejor: Richard Gere, literalmente, se come la película. Ver a Tim Roth en papel de detective malo al mejor estilo Lie to me. Como explicar un tema tan complicado (empresas, juicios, fraude) de una manera tan sencilla y manejando el suspenso con pulso firme. El final es sencillamente demoledor.
Lo malo: Comienza muy lento, pero cuando arranca (más o menos por la media hora) no te suelta. Por el tema, muy probablemente pase por debajo de la mesa en la cartelera actual. El personaje de la hija de Miller (Brit Marling) pudo haber sido explotado mucho más en la historia.
Veredicto: Arbitrage es una grata sorpresa en la cartelera, saturados de películas de acción o comedias tontas, un thriller político son de las historias poco comunes que se agradecen. Sirve como espejo de la dura realidad de muchos países (incluyendo el nuestro) sin llegar a ser un film panfletario. Si Lord of War es un 5/5 en la escala de thriller políticos, Arbitrage tiene un bien logrado 4/5.
Trailer subtitulado -> http://www.youtube.com/watch?v=lJ2O-def-Z8
(Crítica publicada originalmente en www.oidossucios.com)